Prólogo
La inquietud principal de este libro es
la ética de la convivencia humana. En primer lugar el sentido de la vida, lo
que consideramos el desafío fundamental de nuestro tiempo. En segundo lugar, la construcción de nuevas
modalidades de convivencia en un mundo globalizado. Se agradece a los alumnos
del curso “El arte del coaching
profesional”.
Capítulo 1 Bases de la Ontología del Lenguaje
Pocos desafíos podrían rivalizar con el
que está inscrito en los muros del templo de Apolo, en Delfos, “Conócete a ti
mismo”. …lo mejor que podíamos hacer para vivir una vida mejor era empezar a
saber cómo éramos, a conocer nuestro ser.
La ontología del lenguaje es una
comprensión radicalmente nueva de los seres humanos, distinta a la filosofía de
Descartes, conocida como cartesianismo, la más influyente de los tiempos
modernos. Es porque pensamos dice Descartes, que podemos concluir que
existimos: “Yo pienso – nos dice – luego existo.” El pensamiento es la base del
ser. La razón es lo que nos hace
humanos.
Consideramos que existen tres
desarrollos mayores que desafían el programa metafísico. El primero, y quizás el más importante es la
filosofía de Nietzsche quien ha entregado la más fuerte crítica a la
comprensión del alma humana y se situó primero fuera del marco metafísico. El segundo es la fenomenología existencial de
Martín Heidegger y su crítica a los supuestos del cartesianismo, según los cuales
los seres humanos son primariamente seres racionales. El tercero corresponde al segundo período de
la filosofía de Ludwig Wittgenstein, que nos ha ofrecido una comprensión del
lenguaje radicalmente nueva.
En el campo de las ciencias biológicas
también han tenido lugar importantes desarrollos. Hemos visto por ejemplo cómo, a nivel de la
biología teórica, se ha postulado que el rasgo básico que distingue a la
especie humana de otras, es el lenguaje humano.
Este postulado fue establecido por Ernst Mayr a principios de los años
sesenta. En este dominio cabe destacar
la valiosa contribución del biólogo chileno Humberto Maturana.
¿Qué entendemos por ontología? Para los antiguos griegos, que acuñaron el
término ontología, ésta significaba nuestra comprensión general del ser en
tanto tal. Cuando decimos de algo que es ontológico, hacemos referencia a
nuestra interpretación de las dimensiones constituyentes que todos compartimos
en tanto seres humanos y que nos confieren una particular forma de ser.
Primer Postulado básico:
Interpretamos a los seres humanos como seres linguísticos. Es más, sostenemos que la existencia humana
reconoce tres dominios primarios, pudiéndose derivar cualquier otro dominio de
fenómenos humanos de estos tres: el dominio del cuerpo, el dominio de la
emocionalidad y el dominio del lenguaje.
Ello implica que los fenómenos que
tienen lugar, por ejemplo, en el dominio emocional (emociones) son coherentes
con los que podemos detectar a nivel del cuerpo (posturas) y del lenguaje (lo
que se dice o se escucha). Estas
relaciones de coherencia habilitan la posibilidad de efectuar
“reconstrucciones” de los fenómenos propios de cada dominio a través de
cualquiera de los otros dos.
Segundo Postulado: Interpretamos al lenguaje como
generativo. El lenguaje no solo nos permite describir la realidad, el lenguaje
crea realidades. La realidad no siempre
precede al lenguaje, éste también precede a la realidad. El lenguaje es acción…alteramos el curso
espontáneo de los acontecimientos: hacemos que cosas ocurran. Por ejemplo, al proponerle algo a alguien o
al decirle “si”, “no” o “basta” a alguien intervenimos en el curso de los
acontecimientos.
Tercer Postulado: Interpretamos que los seres humanos se
crean a sí mismos en el lenguaje y a través de él.
Primer principio: No
sabemos cómo las cosas son.
Sólo
sabemos cómo las observamos
O
cómo las interpretamos.
Vivimos
en mundos interpretativos.
Esta es precisamente una de las
premisas centrales de la disciplina que hemos bautizado con el nombre de “coaching ontológico”. Ella descansa en la capacidad de observar lo
que alguien dice con el propósito no solo de conocer aquello de lo cual se
habla, sino de conocer (interpretar) el alma (entendida como la forma
particular de ser) de quien habla.
La capacidad de transformación del mundo…está
asociada al poder de nuestras asociaciones.
Relación entre acción y ser
Hemos planteado que lo que somos,
nuestra identidad personal, es una construcción lingüística, una historia que
fabricamos sobre nosotros mismos, sobre la dirección de nuestras vidas en el
futuro, y sobre nuestro lugar en una comunidad y en el mundo.
Segundo principio: No
solo actuamos de acuerdo a cómo somos, (y lo hacemos),
También
somos de acuerdo a cómo actuamos.
La
acción genera ser.
Uno
deviene de acuerdo a lo que hace.
Comprendemos la importancia de observar
las acciones humanas para comprender cómo son los humanos. Este es uno de los principios básicos del “coaching” ontológico y dentro del cual
nos es posible efectuar lo que llamamos una “interpretación ontológica”. Al observar la forma en que un individuo
actúa (y no olvidemos que el lenguaje es acción), el “coaching” ontológico puede interpretar la forma de ser de tal
persona.
Nuestras acciones no solo revelan cómo
somos, también nos permiten transformarnos, ser diferentes, devenir. Este es un segundo principio del “coaching” ontológico y nos capacita para
realizar lo que llamamos “intervención ontológica”. Al hacer posible que una persona actúe de un
modo determinado (y, nuevamente, no olvidemos que el lenguaje es acción), el “coaching”ontológico le permite moverse
en una determinada dirección y dejar atrás sus antiguas formas de ser.
Capitulo 2: Sobre el Lenguaje Humano
La forma en que damos sentido a
nuestras vidas, es obviamente lingüística.
Basta preguntarle a alguien “¿Quién eres?”, para reconocer que lo que
obtenemos de vuelta es un relato, una historia en la que “relatamos” quiénes
somos. Nuestra identidad está
directamente asociada a nuestra capacidad de generar sentido a través de
nuestros relatos. Al modificar el relato
de quiénes somos, modificamos nuestra identidad.
Somos el relato que nosotros y los
demás contamos de nosotros mismos.
Reiteramos, al modificar ese relato, modificamos lo que somos.
Tercer Principio de la Ontología del Lenguaje:
Los
individuos actúan de acuerdo a los sistemas sociales a los que pertenecen.
Pero
a través de sus acciones, aunque condicionados por estos sistemas sociales,
también pueden cambiar tales sistemas sociales.
La ontología del lenguaje nos permite hacernos
plenamente responsables de nuestras vidas.
Nos permite elegir las acciones que nos llevarán a convertirnos en aquel
ser que hayamos escogido
Capitulo 3: Los Actos Lingüísticos Básicos
El lenguaje…es acción. Tomemos un ejemplo. Cuando decimos a alguien “te felicito”, no
estamos describiendo una felicitación, estamos realmente haciéndola. Estamos realmente ejecutando el acto de
felicitar. El filósofo británico J.L. Austin
fue el primero en destacar esta cualidad activa del lenguaje o, empleando sus
propias palabras, la naturaleza “ejecutante”… del lenguaje. Se dio cuenta de que aún cuando describimos,
estamos haciendo una descripción y, por lo tanto, estamos actuando.
Dada la importancia que tienen las promesas
en nuestras vidas, es conveniente detenernos a examinar cuan competentes somos
en hacerlas y en identificar el tipo de problemas con los que nos solemos
encontrar. Cuatro elementos referidos a cuatro problemas más importantes.
El primero guarda relación con quien
identificamos como el orador pues es quien abre el juego (como sabemos en la
danza de las promesas los dos interlocutores participan en el hablar). Un problema habitual dice relación con
personas que no saben hacer peticiones u ofertas. Y aquí tenemos dos situaciones. La primera guarda relación con personas que
simplemente no piden o no ofrecen en determinados dominios de sus vidas o bajo
determinadas circunstancias.
Hay quienes, por ejemplo, sabiendo
pedir al interior de la familia, suelen no hacerlo en la oficina, o con determinados
amigos, o cuando, por ejemplo, hacen el amor.
Ellos esperan que los demás descubran, casi por arte de magia, lo que
les inquieta o importa. Muchas veces
caen en el resentimiento culpando a los demás por no cumplir promesas que jamás
se atrevieron a pedir. No pedir no solo
condiciona una determinada identidad y resulta en una particular manera de ser,
sino que es un factor que define el tipo de vida que podremos esperar. Insistimos en uno de nuestro postulados
básicos: no es que siendo como somos, no pidamos; más bien, el no pedir nos
hace ser como somos y nos confiere una forma de vida correspondiente. Si comenzamos a pedir donde no lo hacemos,
transformamos nuestra forma de ser.
De la misma manera, hay también quienes
no hacen ofertas y, en consecuencia, asumen un papel pasivo en mostrarse como
posibilidad para otros. Si estos otros
no los “descubren”, están condenados a pasar inadvertidos en cuanto recursos
valiosos para los demás. Ellos, por lo
tanto, no toman responsabilidad en hacerse reconocer en lo que valen, sino que
quedan sujetos al accidente del descubrimiento por otros. Nuevamente, ello tiene profundas
repercusiones en la identidad y formas de vida a las que pueden acceder.
Hay también quienes creen hacer
peticiones u ofertas que no suelen ser escuchadas como tales. Algunos piensan, por ejemplo, que decir que
algo no les gusta es equivalente a pedir que eso se modifique. Obviamente no es lo mismo y muchas veces las
cosas seguirán como estaban, simplemente porque no se hizo una petición
concreta y clara.
Desde el lado del oyente de una
petición u oferta, también pueden producirse problemas. Particularmente cuando no sabemos aceptar
ofertas o rehusar pedidos. ¿Cuántas veces, por ejemplo, decimos “si” a un
pedido que consideramos que no debiéramos haber aceptado? ¿Cuál es el precio
que pagamos en identidad, en autoestima y dignidad cuando no somos capaces de
decir “No”? ¿Cómo se manifiesta eso en nuestras relaciones con los demás? ¿Qué
consecuencias trae en nuestras vidas?
El papel generativo del lenguaje
Debiéramos ser capaces de observar cuan
lejos estamos de nuestra comprensión tradicional del lenguaje. La concepción del lenguaje como descriptivo y
pasivo ha sido sustituida por una interpretación diferente, que ve al lenguaje
como acción y, en tanto tal, como una fuerza poderosa que genera nuestro mundo
humano.
Sustituimos la antigua interpretación
descriptiva del lenguaje por lo que llamamos la interpretación generativa. Debido a que el lenguaje no es pasivo; debido
a que el lenguaje es acción, éste genera permanentemente nuevas realidades. Nosotros los seres humanos, vivimos en mundos
linguísticos y nuestra realidad es una realidad lingüística. Creamos el mundo con nuestras distinciones
linguísticas, con nuestras interpretaciones y relatos y con la capacidad que
nos proporciona el lenguaje para coordinar acciones con otros.
Capitulo 4: De Los Juicios
Juicios y formas de ser
Hay tres dimensiones particulares que
tienen impacto directo en la vida personal de cada uno y, particularmente, en
nuestras formas de ser.
La primera de ellas se refiere a
aquellas personas que se caracterizan por vivir de juicios ajenos y que, por lo
tanto, no se constituyen como centro generador de los juicios que rigen su
propia existencia. Esto define lo que
llamamos la condición de la inautenticidad.
Quienes viven en ella delegan en los demás la autoridad para emitir los
juicios que les importan. Nada los alegra más que obtener un juicio positivo de
los otros. Nada los deprime más que
recibir juicios negativos.
La lógica de sus actuaciones está
fundamentalmente orientada, por lo tanto, a complacer a otros, los que
adquieren, casi indiscriminadamente, autoridad para emitir sus juicios, juicios
que obviamente afectan a la persona inauténtica. Sus vidas, por lo tanto, pasan a estar
dirigidas por fuerzas que no controlan y que son resultantes de los variados
juicios que reciben….Esta es una condena al sufrimiento, en la medida que
resulta imposible satisfacer a todos alrededor.
Basta un solo juicio negativo para afectar la estabilidad emocional de
la persona inauténtica.
La segunda dimensión que nos interesa
mencionar es aquella que consiste en tratar a los juicios como afirmaciones,
sin hacer la distinción entre ambos. Para quienes operan así las consecuencias
suelen ser la rigidez, la intolerancia y el cierre de múltiples posibilidades
de aprendizaje. Para estos los juicios
no representan la posibilidad de puntos de vista discrepantes e incluso, de
mayor diversidad y de enriquecimiento.
Un juicio diferente es tratado como error, como falsedad. El legítimo espacio de la discrepancia se
transforma en un espacio potencial de confrontación.
La tercera dimensión se refiere a
quienes viven sin ser capaces de distinguir entre juicios fundados y juicios
infundados. Las consecuencias, son la
decepción permanente con respecto a sus expectativas y una gran dificultad para
diseñar su futuro. No logran entender
por qué a ellos las cosas no les resultan como quisieran y se comparan con los
demás sinb entender por qué a ellos el éxito les es tan esquivo.
Más allá del bien y del mal
Si entendemos la autenticidad como la
condición de vivir de los juicios propios, de convertirse en quien establece la
medida de sus propias acciones, no basta con solo evitar que la vida se rija
por los juicios de otros. …No es suficiente que sea yo quien emita un juicio,
si al hacerlo, sólo estoy endosando acríticamente juicios que he encontrado
disponibles dentro de mi comunidad.
El ser humano que logra acceder a todo
su potencial de libertad, es aquel que somete su existencia al rigor de la
autenticidad, que aprende a enjuiciar los juicios, a evaluar las evaluaciones,
a examinar los valores que encuentra a la mano.
Ello lo obliga, por lo tanto, a trascender muchas de las formas heredadas
que hacen la demarcación entre el bien y el mal y toma la responsabilidad de
crear esa demarcación nuevamente para sí.
Los juicios y el sufrimiento humano
El sufrimiento, a diferencia del dolor,
surge de las interpretaciones que hacemos sobre lo que nos acontece y, muy
particularmente, de los juicios en que
dichas interpretaciones descansan.
Si el sufrimiento, por lo tanto,
descansa en los juicios que hago sobre lo que acontece, significa que se abre
un inmenso campo de intervención para tratar el sufrimiento humano. Modificando los juicios que hago sobre
aquello que nos sucede, podemos encontrar un mecanismo efectivo para aliviarnos
del sufrimiento.
Una cuestión de confianza
De no haber confianza no tengo
posibilidad de construir una relación estable con los demás.
…¿Nos dará confianza alguien que se
comporta de una forma que no es consistente con lo que declara? ¿o alguien que
hace declaraciones en materias para las que no tiene autoridad?
Hacia una ética fundada en el respeto
El respeto por el otro, el que nos
brindamos en la convivencia social los unos a los otros en cuanto
personas. Humberto Maturana llama a lo
anterior amor. Nosotros preferimos el
término respeto. Estamos, sin embargo,
hablando de lo mismo.
Como fenómeno lingüístico decimos que
el respeto es el juicio de aceptación del otro como un ser diferente de mí,
legítimo en su forma de ser y autónomo en su capacidad de actuar. Implica, por lo tanto, la aceptación de la
diferencia, de la legitimidad y de la autonomía del otro en nuestra convivencia
en común. Implica, por ende, la
disposición a concederle al otro un espacio de plena y recíproca legitimidad
para la prosecución de sus inquietudes.
Capitulo 5: El Escuchar: El Lado Oculto Del Lenguaje
…UN NUEVO SENTIDO COMÚN ACERCA DE LA IMPORTANCIA DEL
ESCUCHAR ESTÁ EMERGIENDO. Las personas
están empezando a aceptar que escuchan mal.
Reconocen que, a menudo, les es difícil escuchar lo que otros dicen y
que tienen dificultades en hacerse escuchar en la forma que desearían. Este fenómeno ocurre en todos los dominios de
nuestras vidas.
El escuchar valida el hablar. Es el escuchar, no el hablar, lo que confiere
sentido a lo que decimos. Por lo tanto,
el escuchar es lo que dirige todo el proceso de la comunicación.
Podemos concluir…que decir y escuchar
son fenómenos diferentes.
Lo que diferencia el escuchar del oír
es el hecho de que cuando escuchamos, generamos un mundo interpretativo…Aquí
reside el aspecto activo del escuchar.
El factor interpretativo es de tal
importancia en el fenómeno de escuchar aún cuando no haya sonidos y, en
consecuencia, aun cuando no haya nada que oír.
Efectivamente podemos escuchar los silencios. Por ejemplo, cuando pedimos algo, el silencio
de la otra persona puede ser escuchado como una negativa. También escuchamos los gestos, las posturas
del cuerpo y los movimientos en la medida en que seamos capaces de atribuirles
un sentido.
Sostenemos que si queremos captar el
sentido de lo que se dice, debemos examinar las acciones involucradas en el
hablar. Cuando escuchamos, no escuchamos
solamente palabras, escuchamos también acciones. Esto es clave para comprender el escuchar.
Según el filósofo británico J.L.
Austin, podemos decir que cuando escuchamos lo hacemos en tres niveles de
acción. Primero escuchamos el nivel de
lo que se dijo y cómo fue dicho.
Segundo, escuchamos el nivel de la acción involucrada en lo que se dijo
(sea esto una afirmación, una declaración, una petición, una oferta o una
promesa). Tercero, escuchamos el nivel
de las acciones que nuestro hablar produce.
En esta interpretación del lenguaje, las palabras son herramientas que
nos permiten mirar hacia todos esos niveles de acciones.
Freíd contribuyó a aclarar las
intenciones que estaban detrás de las acciones: cuando los seres humanos creen
saber por qué están haciendo lo que hacen, las razones que esgrimen pueden ser
legítimamente impugnadas. Esto es
precisamente parte de la labor del terapeuta.
Este se permite impugnar las “razones” diferentes.
Cuando actuamos (y también cuando hablamos
y escuchamos – esto es, cuando estamos en conversación) estamos constituyendo
el “yo” que somos. Lo hacemos tanto para
nosotros mismos como para los demás.
Cuando escuchamos, por lo tanto,
escuchamos las inquietudes de las personas.
Escuchamos el por qué las personas realizan las acciones que realizan.
Las personas que saben escuchar son
personas que se permiten interpretar constantemente lo que la gente a su
alrededor está diciendo y haciendo.
Para escuchar debemos permitir que los
otros hablen, pero también debemos hacer preguntas. Estas preguntas nos permiten comprender los
hechos, emitir juicios bien fundados y elaborar historias coherentes. Los que saben escuchar no aceptan de
inmediato las historias que les cuentan.
A menudo las desafían. No se
satisfacen con un solo punto de vista.
Están siempre pidiendo otra opinión, mirando las cosas desde ángulos
diferentes
En la medida en que el hablar es
acción, todo hablar trae consecuencias en nuestro mundo. Todo hablar es capaz de abrirnos o cerrarnos
posibilidades. Todo hablar tiene el
potencial de modificar el futuro y lo que nos cabe esperar de él.
Postulamos que el acto de escuchar está
basado en el respeto mutuo, en aceptar que los otros son diferentes de
nosotros, que en tal diferencia son legítimos y en la aceptación de su
capacidad de tomar acciones en forma autónoma de nosotros. El respeto mutuo es esencial para poder
escuchar. Sin la aceptación del otro como
diferente, legítimo y autónomo, el escuchar no puede ocurrir. Si ello no está presente sólo podemos
proyectar en los otros nuestra propia manera de ser. En vez de hacer eso, cuando escuchamos nos
colocamos en la disposición de aceptar la posibilidad de que existan otras
formas de ser, diferentes de la nuestra.
Capitulo 6: Acción Humana y Lenguaje
Heidegger postula que lo que llamaremos
transparencia – la actividad no reflexiva, no pensante, no deliberativa, la
acción con umbral mínimo de conciencia – constituye la base y condición
primaria de la acción humana.
Sostenemos que sólo emerge la
deliberación, la conciencia de lo que estamos ejecutando, cuando este fluir en
la transparencia, por alguna razón, se ve interrumpido: cuando se produce lo
que llamamos un quiebre. Un quiebre,
diremos, es una interrupción en el fluir transparente de la vida.
Sostenemos que todo quiebre involucra
un juicio de que aquello que acontece, sea ello lo que sea, no cumple con lo
que esperábamos que aconteciera. Un
quiebre, por lo tanto, es un juicio de que lo acontecido altera el curso
esperado de los acontecimientos.
Los quiebres habitan en el observador
Una pregunta habitual que se nos hace
es por qué hablamos de quiebres y no decimos problemas. Después de todo, casi todo lo que hemos dicho
pareciera referirse a problemas. No
todo, sin embargo. Una de las ventajas
de la distinción de quiebre es que nos permite reconocer que ellos pueden ser
tanto negativos como positivos.
Cada vez que declaramos “¡Basta!”
estamos de hecho declarando un quiebre.
En muchos ejemplos, algo que no era un
“problema” en el pasado; fue declarado como tal en la actualidad, o bien, algo
que era un “problema” …dejó de serlo a través de una declaración.
Una circunstancia típica que nos
permite apreciar el poder de declarar un quiebre se da cuando decidimos
aprender algo. Las cosas pasan como
pasan, y nosotros juzgamos que nos iría mejor si tuviésemos algunas
competencias que no tenemos. Por lo
tanto, declaramos como un quiebre para nosotros el curso normal de los
acontecimientos y nos comprometemos a
aprender, a adquirir nuevas competencias que nos permitan ser más efectivos en
el futuro. Bajo las mismas
circunstancias, otra persona podría perfectamente seguir desempeñándose como lo
ha hecho siempre. Al declarar el quiebre
creamos un nuevo espacio de posibilidades para nosotros.
Capitulo 7: El Poder De Las Conversaciones
Los quiebres generalmente llaman a la
acción. La forma en que nos hacemos
cargo de ellos es realizando acciones…Sin embargo, la importancia de la acción
como forma de enfrentar los quiebres no es obvia. Ello implica que muchas veces no vemos la
posibilidad de la acción como forma de responder a un quiebre. Muy frecuentemente nos quedamos
“empantanados” en él. Como una manera de
examinar esta conexión entre quiebres y la acción, es importante explorar los
diversos tipos de conversaciones que pueden seguir a un quiebre. Estas conversaciones nos dirán si estamos
moviéndonos hacia la acción o hemos caído en el inmovilismo. Basándonos en estas distinciones podemos, luego,
diseñar las conversaciones que deben tener lugar para abordar el quiebre en
forma efectiva.
- La
conversación de juicios personales
Cuando nos enfrentamos a un quiebre,
generalmente recurrimos a lo que llamamos “la conversación de juicios
personales”. En esta conversación normalmente
constituimos aquello que sucedió en un quiebre.
Una vez efectuada la declaración de
quiebre, lo normal es entrar en una cadena de juicios a través de los cuales
interpretamos lo que sucedió y las consecuencias que derivan de ello.
…un mismo tipo de quiebre, produce
juicios muy diferentes en diferentes personas.
Martin Seligman propone observar el
tipo de juicios (él los llama “estilos explicativos”) que las personas hacen al
enfrentar un quiebre de acuerdo a tres dominios diferentes.
El primero, es lo que podríamos llamar el dominio de la responsabilidad…El
punto a determinar aquí es a quién uno hace responsable del quiebre: ¿es uno
mismo o es el mundo? Hay quienes, nos indica Seligman, se hacen responsables de
todo lo que les acontece. Cada quiebre
es una demostración adicional de lo inadecuados, incompetentes, poco
inteligentes, etcétera, que son. Hay
otros, en cambio, que escasamente asumen responsabilidad ellos mismos y que
normalmente culpan a otros, o les atribuyen los acontecimientos al azar, a la
mala suerte. De acuerdo al tipo de
juicios que uno haga en el dominio de la responsabilidad, uno deviene en un
determinado tipo de persona y vivirá un tipo determinado de vida.
El segundo dominio es el que podemos
llamar el dominio de la inclusividad.
…Hay quienes, por un lado, restringen sus juicios al dominio particular que
corresponde a lo sucedido…Pero hay otros que utilizan el quiebre para una
descalificación global, independientemente de dominio alguno, de quienes hacen responsables
(ellos mismos u otros).
El tercer y último dominio es el dominio de la temporalidad. Para
algunos, las consecuencias del quiebre serán permanentes y no hay cómo
modificarlas. Hay quienes dicen, por
ejemplo, “Esto destruye mi vida para siempre” o “Está claro que nunca podré
desempeñarme en matemáticas”. Podemos
por lo tanto sostener: dime cómo enjuicias tus quiebres y te diré cómo
eres. Este es, de hecho, uno de los
recursos centrales del “coaching
ontológico”.
- La
conversación para la coordinación de acciones
La conversación que actúa directamente
sobre el quiebre es la “conversación para la coordinación de acciones”. En ella
generamos acciones futuras para hacernos cargo del quiebre existente. Su objetivo es lograr que algo pase, es
intervenir en el estado actual de las cosas.
Cuando entramos en ellas, procuramos cambiar aquello que produce el
quiebre o hacernos cargo de sus consecuencias.
Estamos modificando las cosas respecto de su estado actual y, por tanto,
estamos produciendo un vuelco en el curso normal de los acontecimientos.
Una de las formas más efectivas de
encarar los quiebres es pedir ayuda.
Saber pedir ayuda es otra de las competencias lingüísticas fundamentales
en la vida. Muchas personas suelen tener
dificultades para pedir ayuda. Si
indagamos por qué, normalmente descubrimos que tienen diversos juicios sobre
las consecuencias asociadas con el pedir ayuda.
Algunos dirán, “si pido ayuda muestro debilidad”: otros, “Me pueden
decir que no y me sentiré rechazado. Por
lo tanto, prefiero arreglármelas por mi cuenta”….Las consecuencias de no pedir
ayuda suelen ser, por lo tanto, la prolongación del sufrimiento, la in
efectividad, el aislamiento.
En el mundo de hoy no es posible vivir
en la completa autosuficiencia. Somos
dependientes los unos de los otros.
Tenemos que aprender, por lo tanto a colaborar con otros y apoyarnos
mutuamente, a coordinar acciones juntos.
- La
conversación para posibles acciones
Cuando no sabemos qué acciones realizar
para tratar un quiebre, tenemos la posibilidad de iniciar otro tipo de
conversación. A esta la llamamos la
“conversación para posibles acciones”. Esta es una conversación dirigida hacia
la expansión de nuestro horizonte de posibilidades. Explorar nuevas acciones,
junto a otras personas o solos… Toda innovación se basa en la capacidad de
generar posibilidades que no estaban articuladas anteriormente. Las posibilidades son inventos que generamos
en conversaciones.
Postulamos que nuestras conversaciones
generan el tejido en que nuestras relaciones viven. Las conversaciones y las relaciones son una
misma cosa.
Una buena relación no es una relación
sin quiebres; es una relación que ha desarrollado la capacidad de emprender
acciones que se ocupen de ellos en forma efectiva.
La estructura lingüística de las organizaciones
La estructura de una organización está construida
como una red de promesas mutuas. Cada
persona está ligada a la organización por compromisos específicos y es
responsable de cumplir con algunas condiciones de satisfacción determinadas.
Además los miembros de una organización desempeñan sus acciones sobre la base
de un trasfondo compartido. Esto es lo
que se conoce como la “cultura” de una empresa. Formas compartidas de actuar y
de hacer frente a las circunstancias para producir resultados. Otro aspecto
importante en el funcionamiento de una empresa es el futuro compartido
aspirando a metas comunes.
Las conversaciones como fundamento de las organizaciones
empresariales
Todos estaríamos de acuerdo en que
“algunos” problemas en la empresa surgen de fallas en la comunicación (como,
por ejemplo, cuando las condiciones de satisfacción han sido escuchadas en
formas diferentes por las personas involucradas en hacer una promesa).
Postulamos, en consecuencia, que las
competencias comunicativas de una empresa determinan, en un alto grado, su
éxito o su fracaso. Postulamos que una
empresa es un sistema lingüístico y que todo lo que ocurre al interior de ella
pude ser examinado desde la perspectiva de sus conversaciones.
Ningún área en la empresa es más dependiente
de las competencias comunicativas que el escalafón ejecutivo y gerencial. El éxito o fracaso de un ejecutivo o de un
gerente es función directa de su competencia conversacional.
Capitulo 8: Emociones y Estado de Ánimo
Hemos sostenido que si bien el lenguaje
constituye a los seres humanos como el tipo de ser que somos, no podemos
prescindir de otros dos dominios primarios en nuestra existencia. Además del lenguaje para comprender el
conjunto del fenómeno humano, reconocemos el dominio del cuerpo y el dominio de
la emocionalidad. Lo que acontece en uno
de ellos condiciona lo que sucederá en el otro.
Posturas físicas, emocionalidad y lenguaje se comportan entre sí de
manera congruente y se influencian mutuamente.
A menudo cambios en uno e los tres
dominios no logran conservarse, debido a
la presión de coherencia que proviene de los otros dos. Ello obliga muy frecuentemente a intervenir
simultáneamente en los tres dominios para asegurar que las transformaciones
producidas en uno de ellos se encuentren con cambios que les sean coherentes en
los otros.
Postulamos que nuestras emociones son
determinantes básicas de lo que podamos o no lograr en los dominios del
trabajo, aprendizaje, sociabilidad, espiritualidad, etcétera. Nuestra vida emocional es un factor crucial
en cada esfera de la acción humana.
Una de las metas de este trabajo es
generar en el lector un nuevo observados de estados de ánimo y desarrollar su
capacidad para intervenir en los estados de ánimo en los que no encontramos
inmersos y diseñar las acciones capaces de cambiarlos.
Un estado de ánimo, en consecuencia, define un espacio de
acciones posibles. Maturana sostiene que las emociones y
los estados de ánimo son predisposiciones para la acción.
Uno de los problemas que enfrentamos es
que los estados de ánimo son a menudo transparentes para nosotros. No los notamos y, por lo tanto, juzgamos que
lo que pertenece a nuestros estados de ánimo es propiedad de nuestro mundo.
Cuando cambian nuestros estados de
ánimo, comúnmente también lo hacen nuestras posturas corporales. Lo interesante es que muchas veces, cambiando
nuestra postura corporal podemos también cambiar nuestro estado de ánimo. Un ejemplo claro de esto es el efecto del
ejercicio físico (salir a caminar, trotar, jugar tenis) u otras prácticas
físicas, como el bailar o el yoga, sobre nuestro estado de ánimo.
En general, cuando estamos en estados
de ánimo “positivos” (felicidad, entusiasmo, admiración, etcétera), nos
encontramos en un mundo que está lleno de nuevas posibilidades para el
futuro. Cuando estamos en estados de
ánimo “negativos” (tristeza, miedo, ansiedad, etc.), nos encontramos en un
mundo que cierra nuestras posibilidades.
Al modificar nuestro horizonte de posibilidades modificamos
nuestros estados de ánimo.
De alguna forma, esto no es nuevo. Lo sabemos.
Todos hemos tenido innumerables experiencias en las cuales al hablar con
gente hemos cambiado sus estados de ánimo, o nuestro estado de ánimo ha
cambiado por el simple hecho de hablar con alguien.
Algunas pautas para el diseño de estados de ánimo
- Convertirse en un observador de
estados de ánimo. Ello implica
partir por identificarlos como estados de ánimo y no “atributos del mundo”
o “como las cosas son”. Si
suponemos, como los estados de ánimo normalmente nos hacen creer, que
nuestros juicios del mundo corresponden realmente a cómo el mundo es,
cerramos nuestras posibilidades de producir estados de ánimo diferentes.
- No somos responsables de los
estados de ánimo en que nos encontramos.
...Sin embargo, aunque no seamos responsables del estado de ánimo
en que nos encontremos, somos responsables de permanecer en él.
- Cuidarse de las historias que
hemos fabricado en torno a nuestros estados de ánimo, razones de ellos y
justificaciones.
- Una vez que se identifica el estado
de ánimo, deberíamos buscar los juicios que corresponden a él.
Preguntémonos:
-
¿Cómo estoy juzgando al mundo?
-
¿Cómo estoy juzgando a la gente que me
rodea?
-
¿Qué juicios tengo acerca de mí mismo?
-
¿Qué juicios tengo acerca del futuro?
- Una de las acciones que podemos
realizar es sumergirnos entre personas con las cuales nuestros estados de
ánimo no tienen mucha cabida. No
olvidemos que los estados de ánimo son contagiosos
- Si cambiamos nuestras posturas
corporales, si practicamos un ejercicio, ciertos estados de ánimo deberían
desaparecer. La música es una forma
muy efectiva de intervenir a nivel corporal para cambiar nuestros estados
de ánimo.
- Si sucede que nuestro estado de
ánimo se debe a una condición biológica, el cambiar nuestras
conversaciones puede ser insuficiente y se requiere de un médico que
recete un medicamento para alterar las bases biológicas de nuestra
emocionalidad.
Capítulo 9: Cuatro Estados Emocionales Básicos
Consideramos los siguiente cuatro
estados de ánimo fundamentales en la vida de todo ser humano.
El estado de ánimo del resentimiento
Cuando los seres humanos luchamos
contra lo que no podemos cambiar, cuando demostramos incapacidad para aceptar
lo que hemos llamado las facticidades de la vida, generamos un espacio dentro
del cual es fácil que se desarrolle el resentimiento.
El
espíritu de venganza es un subproducto habitual del resentimiento.
El estado de ánimo del resentimiento se
acerca al de la ira. La principal
diferencia reside, sin embargo, en que la ira se manifiesta abiertamente. El resentimiento, por el contrario, permanece
escondido. Se mantiene como una
conversación privada. Crece en el
silencio y rara vez se manifiesta directamente.
El resentimiento se nutre de dos
fuentes. De las promesas y de las
expectativas consideradas legítimas que, en ambos casos, no son cumplidas.
El reclamo es el remedio más efectivo
contra el resentimiento.
La persona “en” resentimiento se ve
afectada por un sufrimiento penetrante y muchas veces casi permanente, que se
manifiesta en múltiples dominios de la vida.
No hay alegría verdadera `para las personas que viven en resentimiento.
Aún más importante es el hecho de que
el resentimiento obstruye o restringe severamente nuestras posibilidades de
acción. En la medida que estamos absorbidos
por una conversación que se niega a aceptar la pérdida que hemos sufrido y
alimenta nuestro juicio de injusticia y nuestra acusación de culpabilidad, el
pasado reina sobre el presente y estrecha el espacio del futuro.
El resentimiento, nos dice Nietzsche,
nos constituye en esclavos.
El estado de ánimo de aceptación y paz
Por aceptación o paz caracterizamos al
estado de ánimo contrario al resentimiento.
Decimos estar en paz cuando aceptamos
vivir en armonía con las posibilidades que nos fueron cerradas. Estamos en paz cuando aceptamos las pérdidas
que no está en nuestras manos cambiar.
De esta manera, por ejemplo, podemos
relacionarnos con nuestro pasado desde el resentimiento o desde la
aceptación. Cuando lo hacemos desde la
aceptación, ello no implica, por ejemplo, negarse a reconocer los errores que
pudimos haber cometido. Pero somos
capaces de vivir en paz pues lo que sucedió en el pasado no tiene
necesariamente que repetirse en el futuro.
Del resentimiento a la aceptación
Es importante examinar de qué forma es
posible desplazarse del estado de ánimo de resentimiento al de aceptación. Por
ejemplo, podríamos examinar los fundamentos que encontramos para emitir los
juicios que nos conducen a efectuar la acusación que está involucrada en el
resentimiento. Al hacerlo, puede suceder
que descubrimos que, re-examinada la situación correspondiente, la persona a
quien acusamos no es del todo responsable de lo que sucedió.
Para movernos del resentimiento a la
aceptación, guardan relación con nuestra capacidad de hacer una declaración que
dé por cerrado el pasado. Debemos
examinar si podemos o no terminar con esas conversaciones privadas que nos han
estado persiguiendo durante tanto tiempo.
Y para cerrar esas conversaciones privadas existen diferentes alternativas
posibles:
Recriminación o la queja: Una
conversación basada en la recriminación mutua tiende a caldearse aceleradamente
y frecuentemente no genera acción reparadora alguna. En el trayecto, la relación entre las dos
personas suele terminar deteriorada.
Reclamo: El reclamo procura tomar las acciones
que son conducentes a eliminar la causa del resentimiento. El hacer esto posee el poder de disolverlo.
Cuando perdonamos, solamente nos
estamos comprometiendo a cerrar una determinada conversación acerca del pasado
y a no usarla en contra de una determinada persona en el futuro. Podemos
perdonar pero no estamos dispuestos a seguir manteniendo una relación con esa
persona. Se hace una declaración de término
de la relación. A veces eso es precisamente
lo que tenemos que hacer, como forma de hacernos cargo de nuestra dignidad.
Formular promesas claras
Sostenemos que hay dos áreas en las que
podemos intervenir para evitar el resentimiento en las organizaciones. La primera tiene que ver con la forma en que
hacemos promesas.
A menudo sucede que el resentimiento se
genera porque ambas partes escucharon la promesa de un modo muy diferente.
A menudo el resentimiento se suscita
también por las expectativas desiguales que tienen las personas o porque el cumplimiento
de compromisos es evaluado con distintos estándares.
La comunicación deficiente es una
fuente continua de resentimiento. Se
deben dejar muy en claro los compromisos que cada parte adquiere para cumplir
sus promesas.
Comprometerse a compartir algunas conversaciones privadas y
permitir hacer reclamos
Otra forma de abordar el resentimiento
es no permitiendo que crezca cuando aparece.
Esto se puede hacer compartiendo toda conversación privada acerca de
cada uno de nosotros que, juzguemos, pueda interferir en la forma en que coordinamos
nuestras acciones conjuntas. Ello
implica mantener abierto un espacio para el reclamo.
Se debe eliminar el temor de compartir
estas conversaciones. Esto significa que
aquellos que hablen sobre sus conversaciones privadas o reclamen no sufrirán
consecuencias negativas.
El estado de ánimo de la resignación
El futuro puede ser diferente del
presente. Y puede ser diferente tanto en
razón de las acciones de otros como también en razón de nuestras propias
acciones.
Observamos que alguien está en el
estado de ánimo de la resignación cuando tal persona se comporta, en un
determinado dominio, como si algo no pudiera cambiar, mientras que nosotros
consideramos lo contrario.
El estado de ánimo de la ambición
Al estado de ánimo de la resignación se
contrapone el de la ambición. Este
último se caracteriza por hacer lo contrario de lo que hacía el primero.
Capítulo 10: Hacia Una Ontología de la Persona
Llamamos la dimensión ontológica los
aspectos constitutivos o genéricos básicos que pertenecen a todos los seres
humanos.
Los cinco dominios básicos de la persona
- La
persona como dominio experiencial. El
coaching ontológico solo puede
hacerse sobre la base de la aceptación de la legitimidad de las
experiencias personales de los demás.
- La
persona como dominio discursivo. Lo
que los individuos hacen o no hacen (incluyendo lo que dicen o no dicen)
son formas que permiten revelar esos juicios maestros y, en tal sentido,
el utilizarlos como ventanas de
acceso al alma humana. El coaching ontológico está siempre
haciendo uso de lo anterior, usando la forma en que actúan las personas
para captar sus juicios maestros y, a través de ellos, la estructura
básica de su forma particular de ser. Es importante advertir que no
estamos diciendo que las personas hayan formulado esos juicios maestros.
Pueden no haberlo hecho nunca.
Pueden incluso no estar conscientes de que los tienen. Esos juicios maestros los
constituyen como el tipo de seres humanos que son.
- La
persona como dominio preformativo. Cuando
nos damos cuenta de que damos
por sentada nuestra forma de hacer las cosas, de que nuestra forma de
encarar la vida es solo una de las formas posibles, en ese momento podemos incorporar
aquellas acciones transparentes nuestras en una historia que tengamos
sobre nuestra persona.
- La
persona como dominio moral.
Desde este dominio se concibe la persona como un conjunto de
declaraciones acerca de las acciones que pueden, no pueden y deben ser
realizadas en determinadas circunstancias. En una interacción e coaching es importante captar los
límites morales de la persona. Muy
a menudo nos damos cuneta de que los individuos dan por sentados sus
límites morales, sin generar mayor reflexión sobre ellos. Sobre la forma,
por ejemplo, como definen el bien y el mal. Sin límites morales la vida social, l
vida junto a otros, es imposible.
El problema se presenta cuando nos convertimos en prisioneros de
nuestros propios límites morales, sin que tengamos la posibilidad de
reflexionar sobre ellos y sobre sus consecuencias en nuestras vidas:
cuando nos cerramos a la posibilidad de rediseñarlos según nuestros
anhelos en la vida.
- La
persona como dominio emocional.
Consideramos el aspecto emocional de la persona como el aspecto más
importante cuando se trata, por ejemplo, de aprendizaje y de coaching. El campo emocional de la persona es el
factor que define sus límites para el cambio y la superación
personal. No estamos diciendo que
el lado emocional de la persona determine, de una vez y para siempre,
hasta dónde sería posible que alguien pudiese cambiar. Pero sin cambiar el estado emocional en
que la persona se encuentre, nuestras oportunidades para producir cambios
serán muy limitadas. Sin embargo,
si tenemos el cuidado de cambiar primero el contexto emocional en el cual
puede tener lugar el aprendizaje o el coaching,
podemos ampliar inmediatamente la disposición de alguien a la
transformación.
Las fuerzas conservadoras de la persona
Estas
fuerzas conservadoras de la persona constituyen un aspecto importante a
considerar en el coaching
ontológico. Si las posibilidades de
cambio que se abren en una interacción de coaching
no afectan el núcleo de la coherencia de la persona que se somete a él,
probablemente no habrá problemas para que ellas sean aceptadas. Sin embargo, cabe esperar una mayor
resistencia si aquellas posibilidades cuestionan el principio de coherencia
básico que define la forma de ser de esa persona.
Las fuerzas transformadoras de la
persona
El
punto de partida normal del coaching
es un quiebre. Los individuos piden coach porque declaran que “algo” en sus vidas no anda bien y se dan
cuenta de que requieren de un observador distinto para ayudarles a resolver ese
quiebre: de alguien que posee distinciones y competencias que él o ella no
tienen. Se dan cuenta de que el
observador que son no les permite hacerse cargo del quiebre.
Es
tarea del coach mostrarle a quien
solicitó el coaching cómo ese quiebre
es a menudo una expresión del mismo principio de coherencia. Por lo tanto, todo quiebre encierra poderosas
fuerzas de transformación que son las aliadas naturales del coach al realizar su labor. El coach
debe volver una y otra vez a este quiebre para mantener vivas las fuerzas
de transformación que el coaching
requiere.
Capítulo 11: El Lenguaje del Poder
La
capacidad de expandir nuestra capacidad de acción es lo que hemos llamado
poder.